Se acerca la Navidad, y con ella, las celebraciones familiares. Muchos de vosotros, seguramente, os veréis obligados a compartir mesa y mantel con familiares que quizás, si no fuera precisamente por eso, que son familiares, no los escogeríamos como compañeros en nuestras celebraciones.

Además, seguramente nos habremos construido a base de suposiciones y creencias, una idea, por qué no, equivocada sobre esa persona. Estamos demasiado acostumbrados a los juicios y a las suposiciones, y en muchas ocasiones, no se ajustarán a la realidad.

Pues es ahí, donde quizás resida un buen reto para estas fiestas, para actuando, desde la positividad, hacer un reset mental y eliminar de nuestra mente todos aquellos juicios y creencias sobre esas personas que llevamos años manteniendo, y que seguramente no hacen más que limitarnos en nuestras relaciones.

Sí, limitarnos, porque precisamente detrás de aquella persona a la que hemos etiquetado, y eliminado de nuestro círculo, por el motivo que sea, quizás se esconde una fantástica persona que nos estamos perdiendo, actuando de efecto limitante en las relaciones. Y llegados a este punto, deberíamos preguntarnos, ¿quiénes somos nosotros para enjuiciar con la seguridad de no estar equivocados en nuestras creencias?

La diversidad de opiniones, de orientación política, de estilos de vida, es una estupenda oportunidad para crecer, para compartir, para ser curiosos y para escuchar activamente, lo que otros piensan, por qué lo piensan y así, ser capaces de al menos, por un instante, situarnos en su posición, y conocer sus verdaderos intereses y necesidades. En el momento que los identifiquemos, será mucho más fácil establecer una conexión que nunca hubiéramos imaginado, y comprenderemos otros mundos y otras vidas, en las que quizás podamos echar una mano.

De este modo, seremos capaces de comprender, de compartir nuestro tiempo con ellos, y posiblemente, llegar a considerar a esas personas con las que aparentemente no tenemos nada que compartir, un nuevo descubrimiento y una oportunidad fantástica para el futuro.

En nuestras relaciones, tendemos siempre a efectuar suposiciones; si nos ha mirado de esta manera, significa eso, si no nos ha mirado, significa lo otro, y así, como un arco de seguridad que nos vamos creando, hacemos juicios y suposiciones para reafirmar nuestras posiciones y nuestras creencias. Porque todo aquello que habíamos supuesto, no es más que fruto de nuestra imaginación.

Cuántas relaciones se han roto o no funcionan precisamente por esa falta de comunicación, que nos lleva inexorablemente a suponer, y como consecuencia de ello, en muchas ocasiones, a poner límites en esas relaciones. Y os preguntaréis, ¿cómo acabar con esas suposiciones, con esos juicios? Una buena manera para ello, es siempre, preguntar, escuchar de modo activo al otro, estar predispuestos a entender posturas diferentes a las nuestras, valorarlas y quizás por qué no, a modificar nuestra forma de relacionarnos con los demás.

Un buen propósito para estas fiestas navideñas, sería precisamente practicar el no juicio, el no suponer, y estar dispuestos a entrar en otros mundos, que pueden ser igual de fantásticos que el nuestro. Incorporando esta práctica a nuestra vida, mejoraremos nuestras relaciones, ampliaremos el círculo y colaboraremos activamente en la mejora de las relaciones humanas.

¿pasamos a la acción y lo probamos? Me encantaría que luego nos contarais vuestra experiencia.

Si queréis saber un poco más, os recomiendo para estas fiestas navideñas, en las que podemos disponer de un poco más de tiempo, la lectura de este libro: “Los Cuatro Acuerdos” de Miguel Ruíz, (ver aquí)un libro de fácil lectura que seguro os encantará.

EL NO JUICIO EN LA MEDIACIÓN

¿Qué ocurre en una mediaciónPues en una mediación, precisamente el mediador parte del no juicio, de la no suposición, de escuchar activamente a las partes, de permitir que se expresen libremente, que se olviden de suposiciones y poner encima de la mesa todas aquellas creencias, con el fin de avanzar hacia el acuerdo. Es decir, crea un espacio de diálogo para resolver los conflictos, que en muchas ocasiones se generan por esa falta de comunicación, y por suponer y suponer… cuántas veces de modo equivocado!

El mediador que dirige una sesión de mediación, es imparcial y neutral, facilita la comunicación, y consigue en la mayoría de ocasiones, el restablecimiento de las relaciones personales.

Os animo a que en caso de un conflicto enquistado, y que os gustaría se solucionara favorablemente, probéis la mediación. Os aseguro que quien la prueba, no la deja…

 

¡¡¡FELICES BUENAS RELACIONES PARA ESTAS FIESTAS!!

Beatriz Auber