Beatriz, la mediadora de Pere en su divorcio, está absorta mirando por la ventana mientras bebe lentamente su segundo café matutino.

La felicidad y satisfacción que sintió ayer, al firmar el acta final con acuerdo en el divorcio de Pere, se ha visto opacada esta mañana a causa de la situación de alta tensión que ha tenido que gestionar en su primera sesión de mediación de un nuevo asunto que la ha dejado exhausta en aquella soleada mañana de otoño.

Justo cuando está entretenida mirando lo que parece un conflicto en plena escalada entre dos exaltados conductores, suena el teléfono:

—Hola, Beatriz, soy Jorge —se oye al otro lado del hilo telefónico con gran entusiasmo—. Te llamo para darte las gracias.

—Buenos días, Jorge. Qué ilusión saber de ti. ¿Darme tú las gracias? —dijo Beatriz, sorprendida.

— ¡Sí, sí, sí! ¡Y tanto que darte las gracias! Desde la última vez que nos vimos han pasado muchas cosas, y todas buenas; de ahí mis gracias. De hecho, Beatriz, sé que estás súper ocupada, pero me haría mucha ilusión poder compartirlas contigo personalmente. Estoy justo al lado de Openup. ¿Te importa que me acerque y te cuente?

—Estaré encantada de recibirte. Si puedes venir ahora, justo estoy tomándome un café.

Justo al colgar el teléfono, Beatriz recuerda perfectamente la petición de mediación que le hizo Jorge cuando contactó con ella la primera vez…

—Buenos días, llamo porque necesito una mediación con mis dos ex socios.

Beatriz, tras saludar e intercambiar algunas frases de cortesía, preguntó:

— ¿Y cuál sería el objeto de la mediación?

— Hace seis meses tuvimos algunos conflictos que nos llevaron al acuerdo de disolver la compañía.

—Entonces, ¿necesitáis ayuda para disolver la compañía?

—No, no. La compañía ya está disuelta y conseguimos un acuerdo económico. El problema es que, además de disolver la compañía, también hemos disuelto nuestra relación personal, y eso es lo que me hace estar mal y me ha motivado a llamarte. Me gustaría saber si es posible que nos ayudes precisamente a eso: a dar un buen cierre a la que ha sido una de las mejores relaciones de mi vida personal y profesional y que hoy por hoy está rota.

A Beatriz pocas veces un socio de una empresa le había propuesto un proceso de mediación en el que tuviera que acompañar y ser facilitadora en un problema exclusivamente emocional, sin estar involucrado ningún otro aspecto económico o de otros intereses, así que el tema le resultó muy retador y atrayente.

Tras el primer contacto personal y sesión de exploración del problema con Jorge, Beatriz empezó a ordenar y reproducir mentalmente, a la vez que escribía, el mapa del conflicto y la situación que le expuso en aquel primer encuentro.

Jorge era socio en una empresa de espectáculos y producción junto con dos socios más, Elsa y Andrés. Los desacuerdos entre los tres socios no surgieron de la noche a la mañana. Tras cinco años de colaboraciones exitosas, empezaron a surgir pequeñas tensiones sobre el control creativo, la asignación de tareas y la toma de decisiones, que no fueron abordadas en su momento. Así, lo que comenzó como ocasionales discusiones triviales fue derivando en diversos conflictos que acabaron erosionando tanto la relación profesional como la amistad.

Tras recurrentes problemas entre ellos, acabaron enfadados y disolviendo la compañía de la noche a la mañana. Todo ello, además, sin hacer ningún tipo de comunicado ni explicación a su público.

Desde entonces habían pasado ya seis meses, durante los cuales también habían roto toda comunicación y relación personal. No se habían vuelto a hablar desde entonces. Jorge se sentía mal porque, además de la relación profesional, habían creado, durante los cinco años de vida de la compañía, un importante y estrecho vínculo personal entre ellos y sus respectivas familias, por lo que sentía una doble pérdida que le causaba un profundo malestar, que no sabía gestionar y que ya le estaba empezando a afectar incluso a su salud en forma de insomnio.

Para colofón de todo, hace unos días comprobó, en las redes sociales, que se había generado una rumorología en torno a las causas de la ruptura que no obedecía a la verdad y que estaba enturbiando el buen nombre de la compañía, que tanto esfuerzo les había costado crear.

Toda esa situación agravaba aún más su sensación de desasosiego. Esa necesidad de búsqueda de paz mental fue precisamente el detonante por el que decidió llamar a Beatriz y pedirle ayuda para gestionar la situación y conseguir ese buen cierre de la relación con Elsa y Andrés.

Finalmente, y tras las llamadas de Beatriz, convocó a los tres ex socios, convenciéndolos del beneficio del encuentro, y estos accedieron a reunirse en mediación, haciéndolo en dos únicas sesiones que sirvieron, no solo para cumplir el deseo de Jorge de lograr recuperar lo que había sido una buena relación personal, sino para mucho más.

El resultado de las dos sesiones de mediación fue muy satisfactorio. Los tres socios compartieron sus sentimientos y emociones, haciendo un recorrido por la historia de la compañía en el que pudieron expresar abiertamente cómo se sintieron con su conflicto, cuáles fueron las causas de su ruptura profesional y personal, y reflexionaron sobre el aprendizaje que habían obtenido.

Finalmente, hablaron también sobre el momento personal y profesional en el que se encontraba actualmente cada uno de ellos.

Tras dos meses de las sesiones de mediación y habiéndose conseguido hacer un buen cierre y sanar la relación personal de los tres socios, ocurrió, además, algo que fue más allá de las expectativas iniciales de la mediación.

Jorge llega aquella mañana a la oficina y acude a ver personalmente a Beatriz, que ya lo estaba esperando, para contárselo.

—Hola, Beatriz. ¡Qué feliz de verte!.

—Hola, Jorge. Igualmente. Me ha hecho mucha ilusión tu llamada y he de reconocerte que me has dejado un poco intrigada. El día de la última sesión saliste satisfecho por haber conseguido reconciliarte y cerrar bien la relación con tus socios, que precisamente era tu objetivo cuando me llamaste la primera vez. ¿Qué más ha podido pasar para que quieras venir a compartirlo y estés tan entusiasmado?

—Pues vengo a hablarte de la magia que la mediación ha causado en nuestras vidas.

—Siéntate y cuéntame —apresuró a comentar Beatriz, ahora ya sumamente expectante.

—Primero de todo, decirte que al salir de la última sesión de mediación ya conseguimos, de forma espontánea, ir a tomar unos cafés juntos donde parecía no haber pasado el tiempo y que todo volvía a ser como antes. Al despedirnos, quedamos en que nos llamaríamos y volveríamos a ver pronto, aunque sinceramente te confieso que en aquel momento pensé que eso no iba a suceder. Sin embargo, gracias a la magia de tu mediación, sucedió, y sucedió no una, sino varias veces y en varios escenarios.

—Me alegro mucho. ¡Eso sí que son buenas noticias!

— ¿Y sabes lo mejor de todo? Que al final se produjo doble magia: en nuestra vida personal y profesional. Hemos recuperado nuestra relación de amistad y familiar, y además hemos empezado a colaborar profesionalmente. Cada uno desde nuestro proyecto personal, ¡eh!, poco a poco, pero lo cierto es que no solo nos va de fábula, sino que nuestro público y seguidores están súper contentos y agradecidos de nuestro retorno.

—Ya vi en Instagram que el día que fuisteis a tomar café os hicisteis una foto juntos y la compartisteis en vuestras redes sociales —comentó Beatriz.

—Sí. He de confesarte que un poco también fue para acallar los rumores dañinos que se habían generado y afectaban a la buena imagen de la compañía.

—Me alegro mucho, Jorge.

Y es verdad, la confidencialidad de la mediación permitió, en este caso, no solo sanar la relación personal y recuperar la relación de confianza entre los socios, básica en los buenos negocios, sino que posibilitó, al mismo tiempo, proteger la buena imagen de la compañía y supuso la aparición de una nueva oportunidad de negocio para sus socios.

Beatriz bien sabe que, aunque estemos ante un problema empresarial, el abordaje emocional es básico para resolver el conflicto, pues todas las empresas las forman personas, con sus emociones y valores, que son las que toman las decisiones.

Es muy importante cuidar las relaciones de confianza entre las personas que forman parte de una organización, porque las buenas relaciones son, sin duda, la base de la prevención de futuros conflictos, de los buenos negocios y del éxito de la empresa.

Beatriz miraba a Jorge marcharse con una sonrisa, mientras pensaba que una vez más la mediación había producido efectos mágicos en las relaciones. Cada mediación era diferente, pero todas le recordaban una verdad esencial: los conflictos no solo son para resolverlos, sino para aprender de ellos. Y, en ocasiones, la magia que surge de ese aprendizaje puede ser más poderosa de lo que nadie hubiera imaginado.

En algunas situaciones y conflictos, un mediador se convierte en el “Mago Pop” que tele transporta a los mediados al mundo de las buenas relaciones, y en algunas ocasiones, tal y como sintió Jorge, consigue llevar pura magia al mundo real.

Carmen Gil