Hoy Joan, por fin, después de varios meses de insomnio, ha dormido diez horas del tirón. Cuando ya estaba en vías de solución su problema del taller, apareció un inesperado problema familiar, que nuevamente le volvió a robar la tranquilidad y el sueño. Desde el fallecimiento de su padre, hace ya un año, está negociando con su hermano, a través de sus respectivos abogados, la aceptación de la herencia, y el caso es que los desacuerdos existentes entre ambos han hecho que se resienta su relación aún más, ya que de hecho no gozaba de buena salud. Para colofón de todo, un día estando en casa disfrutando tranquilamente de su desayuno matutino, llamaron a la puerta y le entregaron un burofax de su hermano anunciando la interposición de una demanda.
Desde dicha fecha, hace ya nueve meses, los hermanos rompieron toda relación y su comunicación solo existía a través de sus abogados, en forma de escritos judiciales, ya que su hermano Andrés, había decidido judicializar el proceso y no seguir intentando llegar a un acuerdo amistoso y extrajudicial, tal como deseaba Joan.
La Jueza que lleva el procedimiento de la herencia, siguiendo el protocolo de los juzgados de Barcelona que establece el compromiso de fomentar y dar a conocer las ventajas de la mediación frente al proceso judicial, decidió derivarlos a una sesión informativa de mediación.
Joan ya conocía la mediación así que recibió la decisión de la juez con cierto agrado. No así su hermano Andrés quien no solo no conocía la mediación sino que además, por influencia de su abogado era claramente contrario a ella y que sólo contemplaba la opción de sentencia judicial para terminar con el conflicto.
Ocurrió, sin embargo, que después de acudir ambos hermanos a la sesión previa informativa de mediación, para sorpresa de Joan que estaba convencido que su hermano no accedería, vio como al final aceptaba también iniciar el proceso de mediación para resolver su conflicto.
La mediadora, en la sesión meramente informativa, informó individualmente a cada uno de los hermanos sobre qué era la mediación y como se desarrollaba el proceso. Les explicó que la mediación es un procedimiento donde los auténticos protagonistas eran ellos, Joan y Andrés, quienes tendrían que dialogar, escucharse, empatizar y encontrar, con la ayuda de la mediadora, una solución satisfactoria para ambos, solución a la que finalmente darían forma jurídica sus respectivos abogados. Eso les permitiría, además, abordar el problema emocional latente entre los hermanos y que les impedía ver con la objetividad necesaria el tema puramente económico, problema que ya se hizo evidente desde la primera sesión de mediación.
Lo cierto, sin embargo, es que la primera sesión de mediación dejó a Joan una sensación agridulce. La satisfacción inicial de que su hermano aceptara la mediación, se empañó con el resultado de la primera sesión a la que asistieron ambos hermanos.
Joan, más emocional que su hermano Andrés, mucho más analítico, salió de aquella primera sesión de mediación desencajado. Tras encontrarse, después de casi un año sin verse, frente a frente con su hermano, lejos de iniciarse un diálogo tranquilo, los reproches mutuos entre ambos sorprendieron incluso a Joan que acudió a la sesión con un medio guion pensado y ensayado en tono sosegado sobre lo que quería decir a su hermano. Sin embargo, allí estaba él, reaccionando y mostrando sus evidentes carencias en autocontrol emocional ante la situación, que aparentemente le afectaba más que a su hermano porque le hacía sentir completamente desbordado, mientras que su hermano permanecía inexpresivo.
La habilidad de la mediadora consiguió, no obstante, que todo lo que llevaban ambos hermanos en su interior, cosas que nunca se habían dicho y que eran el origen real de su conflicto afloraran, aunque no de la mejor forma en aquella primera sesión, y provocara un torbellino de emociones entre ambos.
- Papá siempre te ha beneficiado más a ti en todo.- espetó Andrés a su hermano Joan, para su sorpresa. – Siempre has sido su pequeño gran mimado, sentenció.
A pesar de que Joan siempre había pensado que gestionaba bien sus emociones, aquel comentario de su hermano le causó un profundo dolor y que se sintiera injustamente atacado, lo que provocó, sin que lo pudiera frenar, el enfado de Joan y que lo verbalizara con un claro reproche directo hacia su hermano:
´- Quizás si hubieras pasado más tiempo con papá en sus últimos meses de vida te hubieras dado cuenta que eso no era así y que en realidad tú siempre has sido su preferido.-, frase que en el mismo momento de pronunciar se arrepintió de decir, aunque ya era tarde para rectificar porque en aquel momento las emociones dominaban a Joan, y no Joan a sus emociones.
Tranquilizó a Joan, sin embargo, ver que a diferencia de él, su hermano no reaccionó y permaneció aparentemente frio e impasible ante su reproche, silencio que fue aprovechado por la mediadora para intervenir, consiguiendo rebajar la tensión del momento y reconduciendo hábilmente la situación para que el diálogo calmado y constructivo volviera a la sesión.
Está claro que de aquella primera sesión ambos hermanos salieron tocados emocionalmente. Es doloroso escuchar de un hermano, con quien te une un estrecho vínculo afectivo, algún reproche, Sin embargo, el hecho de que ambos hermanos pudieran expresar y compartir como se sentían en su interior y lo pudieran verbalizar provocó también que en la misma sesión de mediación, se calmaran y fueran capaces de abordar esas necesidades y carencias que estaban ocultas y que eran el origen real de su conflicto familiar.
.- Como siempre has sido su preferido, te dejó a ti la casa del pueblo donde hemos veraneado desde pequeños y que tanta ilusión me hacía a mí.
Joan no podía entender que su hermano estuviera diciendo aquello cuando él era el más beneficiado económicamente en la herencia de su padre, pero justo ahora comprendía que para su hermano su punto de dolor no era precisamente el dinero.
.- Eso no es verdad,- replicó Joan a Andrés, en un tono muy suave y afectivo.- Has de saber que precisamente cuando papa ya estaba enfermo me preguntó si me importaba que te beneficiara económicamente más a ti en su testamento porque tú siempre habías estado a su lado, viviendo con él y cuidándolo desde la muerte de mama y, por supuesto, yo le dije que sí, que eso era lo justo.
Andrés, ante aquel descubrimiento de su hermano, se sintió profundamente reconfortado y esa sensación se reflejó en su rostro rápidamente, suavizando el gesto. En aquel momento Andrés también se sintió culpable por haber pensado tanto tiempo que su padre no le quería tanto como a su hermano.
En mediación, es primordial averiguar qué emociones están bloqueando e impidiendo poder resolver el problema, en este caso la herencia, con objetividad. La mediadora de Joan y Andrés, aplicó técnicas y herramientas necesarias y útiles para rebajar la tensión, abordar el problema emocional entre hermanos y minimizarlo, como paso previo y necesario para resolver el problema económico de la herencia que es el único que se podría resolver en sede judicial.
Tras tres sesiones de mediación, Joan y Andrés, tras un perdón y un pequeño pero sincero reconocimiento mutuo, ya han empezado a alcanzar varios acuerdos económicos e incluso han sido capaces de ir a tomar un café tras acabar la tercera sesión de mediación.
Joan observaba a su hermano pensativo, sorbiendo su café, sin querer interrumpir sus pensamientos pero preocupado e interesado en saber qué estaría pasando por su cabeza en aquel momento, hasta que Andrés, tras un largo y pausado sorbo de su taza miró a su hermano y le dijo:
.- Joan, ¿Qué estamos haciendo peleándonos en un juzgado? ¿Qué pensaría papa?
Dicha frase, Andrés la dijo, así la recibió Joan, en forma de disculpa sincera a su hermano y arrepentido al reflexionar sobre el hecho de que un resentimiento absurdo e incierto hacia su padre, lo había proyectado además injustamente contra su hermano Joan, al que siempre había querido tanto y quien nada tenía que ver con su malestar interno.
.- Papá, sin duda, en este momento estará muy orgulloso de nosotros porque hemos izado la bandera de la paz.- dijo Joan.-, ondeando un pañuelo blanco que sacó de su bolsillo y que provocó un momento de risas compartidas entre ambos hermanos.
Sin duda, la resolución judicial hubiera determinado un reparto objetivo de bienes, eso sí, después de muchos años de desgaste y sufrimiento para los hermanos y con un gran coste económico y de tiempo.
En el juzgado, sin embargo, nunca se hubiera abordado ni resuelto el conflicto emocional entre los hermanos y ello hubiera significado seguramente la pérdida de la relación entre hermanos ya que el conflicto emocional sólo en un proceso de mediación puede afrontarse y con ello, solucionarse.
Desde aquel café ambos hermanos vieron claramente cómo en realidad muchas veces las emociones incontroladas son como una barrera de árboles que no nos dejan ver el bosque y comprendieron que el camino a seguir para solucionar su conflicto era afrontarlo mediante la mediación y construir entre ambos la solución.
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