El pasado 11 de junio y en el curso de las jornadas de mediación, organizadas por GEMME (grupo europeo de magistrados por la mediación) y el ICAB, tras la proyección de la película «Maixabel», tuvimos la oportunidad de compartir en directo con sus protagonistas reales, cuáles fueron las vivencias personales y las necesidades de cada uno de ellos a la hora de acceder a los encuentros que tuvieron lugar entre víctima y victimario, con la asistencia de dos mediadores.

Lo cierto es que nos quedamos sin palabras para calificar lo vivido, las emociones que fluyeron en la sala y que se transformaron en un profundo agradecimiento a estas personas tan valientes que optaron por el perdón y las segundas oportunidades como elementos sanadores para cada uno de ellos.

Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jáuregui, asesinado por ETA, once años después del atentado, recibió una solicitud por parte de uno de los condenados por el asesinato terrorista, para reunirse cara a cara con él, teniendo lugar a partir de entonces los encuentros restaurativos que se organizaron a lo largo del año 2011 y que tenían como objetivo que las víctimas y los miembros de ETA que así lo desearan pudieran conversar y compartir sus sentimientos y experiencias. Estos encuentros no significaron ningún beneficio penitenciario para los victimarios que se acogieron a ellos.

Fue maravilloso escuchar a todos ellos en persona para conocer cuáles fueron sus necesidades más profundas, tanto las de la víctima como del victimario y cómo esos encuentros llevaron a sanar los sentimientos de cada uno de ellos.

Tras el juicio celebrado en la Audiencia Nacional, Maixabel tenía todavía muchas preguntas pendientes que no se le habían respondido. Así, necesitaba saber por qué habían asesinado a su compañero, por qué él, si el asesino conocía a quién iban a asesinar, si conocía su lucha por esclarecer los asesinatos de Lasa y Zabala, por agresiones producidas a detenidos, etc. Maixabel tenía una necesidad de saber más, con el fin de poder también como nos contó, sacarse un peso de encima.  Para ella, cuando alguien admite su error y se arrepiente de manera sincera, se merece una segunda oportunidad. También nos contó cómo respeta a quienes no compartieron su decisión, pero asimismo solicitaba el mismo respeto para ella. Un ejemplo de valentía y de creer en las segundas oportunidades para las personas.

Por su parte, el victimario, quien ya se había separado y desvinculado de la banda terrorista ETA, necesitaba pedir perdón, su arrepentimiento por los hechos cometidos no le dejaban vivir, y le tenían martirizado, lo que le impedía poder iniciar una nueva vida, por lo que el poder expresárselo directamente a la víctima, siendo un perdón sincero, tuvo un efecto liberador y sanador para él.

La bondad humana es infinita, y muchas veces ya sea por creencias limitantes, por prejuicios, o porque nos han hecho pensar que son impensables estos encuentros, por la gravedad de los hechos cometidos, no brindamos esa segunda oportunidad a quien no ha actuado correctamente, y ha mostrado un arrepentimiento sincero.

La justicia restaurativa en el ámbito de la mediación penal es un modelo alternativo de justicia que lo que pretende es reparar el daño causado a la víctima, devolviéndole el protagonismo que en un procedimiento judicial no va a tener. Se trata de un proceso en el que interviene siempre una tercera persona ajena al conflicto que media entre víctima y la persona denunciada para que esta última ayude a la víctima a superar la situación que ella misma ha originado. Los beneficios son numerosos, entre ellos, la disminución de la reincidencia, restituye al infractor y a la víctima, repara el daño y empodera a las personas como parte de la comunidad.

No podemos más que dar nuestro apoyo a todas estas iniciativas en las que de modo alternativo al sistema judicial, se buscan respuestas, reparación y segundas oportunidades en un entorno seguro, gracias a la intervención del mediador.

Si queréis conocer un poco más, os dejamos esta entrevista con Maixabel Lasa, aquí.