Los enfados y las preocupaciones nos angustian, intoxican las relaciones personales y nos aíslan del entorno. Cuando se prolongan nos atrapan en una espiral de “mal rollo” en la que perdemos vida y salud. Ahora sabemos, científicamente, que el aislamiento personal y malas relaciones, no solo pueden afectar a la salud, sino que la daña indefectiblemente, hasta el punto de determinar nuestra longevidad.
Ésta es la conclusión a la que llegó un estudio de la Universidad de Harvard, realizado a lo largo de 75 años sobre el Desarrollo Adulto. Se propuso por los investigadores averiguar los factores determinantes de la salud y la felicidad del ser humano. Se inició en 1938 estudiando a dos grupos de hombres: de una parte, jóvenes estudiantes de segundo curso de un colegio de prestigio de Harvard; y por otra parte, adolescentes pertenecientes a zonas pobres de Boston. En total fueron 724 hombres, que fueron observados durante 75 años en el transcurrir de sus vidas, en el trabajo, la familia y la salud. Los resultados desvelaron que disfrutaron de vidas más largas, aquellos que, con independencia a su extracto social o económico, mantuvieron buenas relaciones con su entorno, llegando el estudio a la siguiente conclusión: “Las buenas relaciones no solo benefician el ánimo, sino que también protegen la salud y particularmente al cerebro”
Vivir plenamente es posible. Necesitamos para conseguirlo buena salud en nuestras relaciones con los demás, poder integrarnos en el entorno y sentir “pertenencia”. Para ello, como el gimnasio hace con los músculos del cuerpo, debemos aprender a ejercitarnos en relaciones satisfactorias. Podemos mejorar nuestra manera de comunicar, aprender a escuchar y a ser capaces de expresar lo que sentimos. Nada más terapéutico que dedicar tiempo a compartir risas, planes, aprendizajes y consuelos varios. Son la fuente del agua que nos constituye. Una guía de emociones y acciones.
En definitiva, como dice la canción “mi corazón, es un músculo sano, pero necesita acción “, así lo confirma el estudio de HARVARD: Sin acción “afectiva”, sin buenas relaciones, no hay salud.
Así que agenda entrenar estas habilidades. ¡Bebe litros de buenas relaciones diarias, y a correr!
Llegarás lejos, muy lejos, disfrutando plenamente.
María Eugenia Pons de Gironella
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