La mayoría de personas, cuando se produce la ruptura de su matrimonio o de su relación de pareja, acuden sin más al abogado, porque simplemente no tienen presente que existen otras vías para resolver todas las cuestiones importantes en un divorcio, como puede ser la custodia de los hijos, el régimen de visitas, la pensión de alimentos, o incluso el reparto patrimonial de los bienes. ¿Por qué no acudir a una mediación?
Te exponemos SEIS motivos para escoger la mediación que estamos convencidos te van a enamorar.
1.- Restablecerás el diálogo
Si has tenido conversaciones difíciles con tu pareja, discusiones, o desavenencias en las que el diálogo es difícil o simplemente se ha roto la comunicación, va a ser muy difícil que consigas llegar a un acuerdo sobre aquellas cuestiones por las que iniciaste la discusión. Pero es más, esas subidas de tono en la conversación, esas palabras mal dichas, de las que seguramente te arrepientas después haber dicho, no hacen más que producir más dolor y enquistamiento del conflicto, llevándonos a un desasosiego continuo y permanente, y a una imposibilidad de restablecimiento del diálogo. Las emociones negativas se han impuesto en nuestro discurso mental. Por ello, la ayuda de un mediador, facilitará que se reanude el diálogo entre las partes, así como el restablecimiento del respeto mutuo.
2.- Serás escuchado
Cuando estamos inmersos en una discusión o en un conflicto, y la otra persona está hablando, no escuchamos. Simplemente, estamos esperando a que acabe su discurso, para iniciar el nuestro. No escuchamos, solo oímos, y seguramente, tampoco somos escuchados. Nos creemos en el poder de la verdad absoluta, y nuestro punto de vista es el único válido en ese momento.
Sin embargo, es del todo cierto, que dos personas que se hallan inmersas en un conflicto, las dos, siempre tienen, algo de razón. Y para conocer sus motivaciones, para comprender su postura, hemos de escuchar activamente a lo que nos está contando, y del mismo modo, ser escuchados por la otra parte.
No hay otro espacio más adecuado para poder hablar y expresar tus preocupaciones, tus sentimientos, tus por qués, que un proceso de mediación.
3.- Menor desgaste emocional
En todo divorcio o separación de pareja, están presentes las emociones, de tal modo que no es inusual que se vean desbordadas. Perdemos energías y perdemos la capacidad para poder discernir lo que realmente nos interesa, llevándonos a un enfoque equivocado en la solución del conflicto. Con ese desenfoque, si hay hijos comunes, olvidamos muchas veces el interés de éstos, inmersos igualmente en las desavenencias de los progenitores.
No debemos olvidar que un juicio no deja de ser una batalla, cada uno con sus propias armas, que en nada ayudan a que esas emociones las tengamos controladas y a que la comunicación fluya en beneficio de nuestros hijos. Por lo que si tenemos puesto el foco en destruir, va a ser imposible construir.
En mediación, el mediador va a centrar sus esfuerzos en controlar esas emociones y a que no nos hagan perder el foco en el verdadero interés para llegar a acuerdos en lo que ciertamente nos interesa a todos.
El mediador crea ese espacio de diálogo, en el que todas las partes son escuchadas; controla las emociones que pueden hacer distraer a las partes de cuál es el camino correcto para tratar las cuestiones que se ponen encima de la mesa; no juzga a nadie, ni toma partido por nadie; simplemente facilita el diálogo y el acuerdo, y consigue centrar los temas que las partes entienden deben ser resueltos.
En mediación el desgaste emocional desaparece con ese halo positivo que debe estar presente en todas las sesiones. Porque en mediación siempre hablamos de construir, nunca de destruir.
4.-Mirada hacia el futuro
En un juicio solemos mirar al pasado para apoyar nuestras pretensiones, intentamos buscar aquellos hechos más deplorables del otro, para reforzar nuestra posición y conseguir así que nos den la razón. ¿Cómo vamos a poder avanzar en una solución consensuada si no hacemos más que tirarnos reproches los unos a los otros sobre hechos pasados? ¿Cómo vamos a construir una relación de futuro en positivo? Es imposible que luchando en un tribunal, podamos conseguir nada positivo.
Ahí radica la diferencia con la mediación. En las sesiones de mediación, miramos siempre al futuro, centramos a la pareja en mirar hacia delante, intentando restablecer los canales de diálogo. El pasado existe, pero siempre vamos a mirarlo como aspecto de mejora, y a centrarnos en cómo queremos que sea esa relación de ahora en adelante.
Llegar a un acuerdo va a suponer también una experiencia positiva que nos va a reforzar como persona y nos va a enseñar otra manera de gestionar nuestros conflictos personales y familiares en el futuro.
5.- Ahorro de tiempo y dinero
Todos somos conocedores de cómo se alargan en el tiempo los procedimientos judiciales, lo que va a provocar que posiblemente no tengamos una sentencia, con un poco de suerte, hasta un año después, si no son dos o tres, si se apela.
En mediación, con una media de cinco sesiones, o incluso menos, es posible llegar a un acuerdo, sin necesidad de acudir al juez para que sea él quien nos diga cómo tenemos que organizar nuestro futuro. Con ello conseguiremos limpiar la agenda para poder centrarnos en lo que realmente nos interesa, sin interferencias en nuestro día a día.
Y ese ahorro de tiempo se traduce igualmente en un ahorro de dinero invertido en la solución a nuestro divorcio o separación.
6.- Alto cumplimiento de los acuerdos
Está comprobado que aquellos acuerdos que son acordados directamente por las partes tienen un alto grado de cumplimiento. Las estadísticas nos dicen que la mayoría de ejecuciones de sentencia de divorcio (los procedimientos que se interponen para reclamar al juez el cumplimiento de una sentencia) provienen de divorcios que no han sido acordados directamente por las partes.
Y ello ¿por qué? Pues porque el acuerdo lo construyen las propias partes que participan en el proceso de mediación, y no es un tercero el que ha impuesto su criterio. El mediador facilita, ayuda, pero en ningún caso impone, porque en todo momento se mantiene imparcial. Y éste es uno de los puntos más maravillosos de la mediación. Dos personas que ni se hablaban consiguen construir un acuerdo a través del diálogo.
Hasta aquí nuestros seis motivos para escoger la mediación para resolver vuestro divorcio, ahora solo os queda probarla o recomendarla. Quien la prueba, repite.
Me encantaría acabar con esta frase tan sabia de Confucio: “Es posible conseguir algo después de tres horas de pelea, pero seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto”.
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