Joan y su mujer Montse viven en Barcelona. Joan tiene 57 años y es propietario de un taller de venta y reparación de vehículos. Montse, tiene 55 años y trabaja de administrativa en una empresa de artes gráficas.

Joan hace dos meses que está preocupado porque uno de sus mejores clientes se niega a pagar la totalidad de su factura de reparación y lo hace, además, poniendo en duda su buen hacer y profesionalidad, lo que ha irritado muchísimo a Joan hasta el punto que aunque Jordi, su cliente desde hace años, ha intentado contactar con él para hablar del asunto, Joan se ha negado en rotundo porque está tan ofendido que ha decidido pasar el asunto directamente a su abogado para que presente demanda.

Por su parte, Montse está pensativa porque hace meses que intuye que su empresa ha puesto en marcha un plan de restructuración de plantilla y cree que en cualquier momento, por su edad, va a recibir una carta de despido. Aunque lo que Montse desconoce es que la dirección de la empresa, en realidad, ha decidido apostar antes por otras soluciones menos traumáticas para sus trabajadores.

Lo cierto es que lo que realmente tiene impactada y bloqueada a Montse es el hecho de que su hijo mayor Pere le ha anunciado que se va a divorciar de su mujer Alicia, la madre de su único y adorado nieto de 3 añitos de edad. Pere y Alicia han explicado a Montse que han decidido acudir a un procedimiento de mediación para decidir sus propios acuerdos de divorcio y que, por tanto, piensan resolver su presente y futura situación familiar con la ayuda de un mediador, en un marco de absoluto respeto y diálogo por el bien de su pequeño Pol.

Así que Montse, al saberlo, se ha quedado algo más tranquila y ha empezado a curiosear e informarse más a fondo sobre qué es y como funciona la mediación, llegando, tras sus primeras pesquisas, a una esperanzadora primera conclusión: tanto el problema que preocupa a su marido Joan del cobro de la factura y relación con su cliente, como el que le preocupa a ella de su situación laboral en la empresa podrían resolverse perfectamente acudiendo a un procedimiento de mediación como ha hecho su hijo Pere en su divorcio.

Y sin duda, Montse está en lo cierto. Muchas de las situaciones, problemas y conflictos que se nos presentan en nuestro día a día, tanto familiares, laborales, empresariales, o de cualquier otra índole, podrían ser resueltos en muchas ocasiones, si nos decantamos por el diálogo y la comunicación positiva, por la vía de la mediación.

Montse está decidida a hablar con su marido Joan para convencerlo, antes de que llame a su abogado, para que consulte con un mediador; y ete aquí que buscando por internet ha encontrado un despacho de mediación cuyo eslogan le ha llamado especialmente la atención, “El poder de las buenas relaciones” de Openup Barcelona.

Montse acaba de tener una corazonada. Está segura que Openup Barcelona es la ayuda que su marido necesita para resolver el problema con su cliente así que, sin dudarlo, mañana se pondrá manos a la obra.

Carmen Gil