Pere casi siempre come fuera de casa, en el restaurante que hay justo enfrente de la empresa donde trabaja. La relación calidad- precio del menú es uno de los mejores de la zona y, además, todo su personal hace que se sienta como en familia.

Hoy, al entrar en el restaurante, el saludo eufórico de Antonio, el dueño del negocio, le ha sorprendido gratamente. Hace unos meses que Pere, gran entusiasta de la observación del género humano en todos sus ámbitos, notaba a Antonio preocupado y con un decaimiento que ya le estaba afectando en su trabajo, especialmente en su trato algo más ausente y despreocupado con el cliente.

Después de comer, cuando ya estaba saboreando su café, una vez la sala se quedó prácticamente vacía de comensales, Antonio se acercó a la mesa de Pere y éste le dijo recibiéndolo con una gran sonrisa:

  • ¡Hombre Antonio! me alegro que vuelvas a acompañarme a la hora del café. Hacía tiempo que no lo hacías…

  • Si, Pere. Ya lo sé. Perdona, pero no estaba bien y prefería no contaminar con mi mal humor a mis apreciados clientes.

  • ¡Vaya!. Yo ya hacía algún tiempo que te había notado algo apagado…

  • Tú siempre tan hábil observador. He tenido un problema con el negocio que me estaba consumiendo, pero afortunadamente todo se ha solucionado.

  • Pues me alegro mucho, Antonio.- le dijo Pere cogiéndole del brazo en un gesto empático que gustó tanto a Antonio que en señal de agradecimiento decidió abrirse a su cliente, compartir confidencias y proseguir su conservación…

  • ¿Te acuerdas de Daniel, el que me traspasó el negocio hace un año?

  • Pues claro que me acuerdo. Te lo traspasó porque estaba algo delicado de salud, ¿verdad?

  • Si, el mismo. Me iba a demandar. Tuve unos problemas para cumplir con mis compromisos de pago acordados en el contrato de traspaso y se enfadó hasta tal punto que ya había dado los primeros pasos para demandarme.

  • Pero ¿no te va bien el negocio, Antonio? ¡Tienes el restaurante siempre lleno!

  • Si, si. Ya sabes que trabajando más horas que un reloj y con mucho sacrificio, el negocio va funcionando, pero invertí mucho dinero en la reforma y eso me ha hecho ir ahogado y que haya tenido que pagar con retraso o, incluso no pagar un par de meses, para poder hacer frente al préstamo de la reforma. El caso es que Daniel no se lo tomó nada bien, porque creyó que le mentía y que no le iba a pagar, y eso me ofendió mucho porque él sabe como soy y además conocía mi situación.

  • ¿Y qué cambió para que lo hayáis solucionado?

  • Pues que justo después de decirme que me iba a demandar decidió proponerme ir a mediación para solucionar el asunto. Y oye, ha sido mano de santo.

Como Antonio notó que al pronunciar la palabra mediación Pere sonrió, le espetó.

  • ¿Y a ti que te pasa? ¿Te parece gracioso que me fuera a demandar?

  • No, hombre. Es que yo hoy también voy a mediación, por mi divorcio.

Ante la sorpresa que le causó la noticia del divorcio de su cliente, Antonio se acercó más a Pere y le dijo

  • Lo siento, Pere. No sabía que te estabas divorciando. Si vais a mediación seguro que todo se soluciona pronto y de la mejor forma posible para todos.

  • Eso espero. Pero, acábame de contar tu experiencia en mediación.- dijo Pere para desviar la atención de su divorcio.

  • Pues interesante y efectiva. No se cómo lo hizo la mediadora pero consiguió que acabáramos dándonos la mano y firmando un acuerdo después de sólo dos sesiones de una hora. Y eso que en la primera sesión tuvo que parar y hacer un descanso, porque levantamos mucho la voz, sin dejarnos hablar y decía que no nos escuchábamos. Total que nos indicó unas normas a seguir y nos explicó cómo había que escuchar.

  • ¿Practicas en mediación la escucha activa, Pere? Primero yo escuchaba a Daniel, sin interrumpirle, con mucha atención e intentando ponerme en su lugar para comprender como se sentía y luego al revés, él conmigo. La verdad es que me he dado cuenta que cuando escuchamos lo hacemos para contestar, no para comprender. Antes de que la mediadora nos explicara como escuchar yo, mientras Daniel hablaba, en lugar de escucharle atentamente estaba pensando “A ver si acaba de hablar que a éste le va a caer la del pulpo “.

  • En fin, que resulta que gracias a la mediación y a la mediadora me he dado cuenta que esto de la escucha no se me da nada bien ¡Cuanta razón tiene mi mujer cuando dice que no la escucho !- , le dijo a Pere con una sonrisa

  • ¿Y a que acuerdo llegasteis al final?

  • Pues acordamos que Daniel me da una carencia de seis meses, que es el tiempo que necesito para liquidar el pago de la reforma, y a cambio yo le pagaré una cantidad algo mayor que la que habíamos pactado. Y además, para que se quede tranquilo, hemos protocolizado el acuerdo ante Notario. Así, si no cumplo, aunque él sabe que cumpliré, podrá acudir directamente al juzgado a ejecutar el acuerdo igual que si tuviera una sentencia judicial.

  • Pues me alegro mucho Antonio, de verdad. Ahora te tengo que dejar.-, le dijo Pere después de pagar, y añadió
  • A ver si ahora yo voy a llegar tarde a mi sesión de mediación por escuchar la tuya.- le dijo sonriendo con un guiño.

La conversación con Antonio sobre su mediación hizo que Pere se fuera calle abajo pensando en qué razón tenía respecto a la importancia de practicar una auténtica «escucha activa» en nuestras relaciones, y también reafirmó a Pere en que su decisión de resolver en mediación su divorcio había sido, sin duda, la acertada.

Carmen Gil