Exjugador de baloncesto y actual Presidente del Club Joventut de Badalona

La competición colectiva te ayuda a encontrarte con los otros, a buscar un objetivo común. 

 

De cerca, ¿qué descubrimos en Juanan Morales?

Me pides una imagen propia que yo no percibo.

Le ayudo: Una persona de 2,11 metros de alto…

Trasparente, natural, sin barreras.

¿Y cómo se siente el Presidente de la Penya más mítica del mundo del baloncesto?

¡Ocupado! Con sentimiento de responsabilidad porque la Penya es el legado de un proyecto vital que consiste en dar oportunidades reales a los chicos que empiezan. Me siento responsable de que todos ellos tengan las mismas oportunidades que yo tuve en el lugar donde empecé a construir una carrera profesional.

De la cantera a jugador del Joventut, después al Real Madrid, también a Europa, a la liga griega, Paok Salónica BC, Panionios, Olympiakos, al Tau, Italia (Basket Rimini) y ahora, desde 2017, Presidente del Club Joventut de Badalona. Si tuviera que elegir una, ¿con que faceta se quedaría, con la de jugador o la de presidente?

Con la de jugador y en el Joventut. Fue una época muy feliz.

¿Cómo llegó al baloncesto, por vocación?

Por altura, sin duda (se ríe). Empecé en el País vasco, en el Loiola Indautxu, donde ya era deportista federado, hasta que un día Pepe Laso y Aíto García Reneses vieron en mí virtudes para el Básquet.

¿Recuerda ese día?

Tenía catorce años, estaba en el colegio Alpe, en la Garriga, en un campus  y vi aparecer a mi padre con un señor, “Ven que vamos a comentar lo del Badalona.”,- me dijo. Me ofrecían venir becado.

Debía dejar su casa, sus amigos ¿era realmente lo que quería en aquel momento en que era tan joven?

Tuve suerte porque mis padres me ofrecieron todas las opciones, sin presión y, sobre todo, me dieron mucha tranquilidad. Viniera o no al Joventut, o si no estaba a gusto y decidía volver a Bilbao, me transmitieron el no vivirlo como un fracaso. Y me vine a Badalona…

¿Y cómo cambió su vida?

Cambió en todo. Cuando entras en el mundo profesional del deporte de formación a alto nivel haces una vida fantástica y hay una parte de tí que se deja atrás. La Penya cuida mucho a los chavales y no sentía presión. Todo cambia cuando llegas a la vida profesional donde tienes ya muchos condicionantes y ahí sí que hay mucha presión.

¿Qué queda de Juanan Morales jugador?

La capacidad de trabajo y la de saber actuar para conseguir un beneficio colectivo. Cuando jugaba, yo hacia esa parte de trabajo menos vistosa pero que era muy apreciada en el equipo. También me queda la experiencia que permite la anticipación de lo que va a pasar y te ayuda a ser precavido.

¿Qué acontecimiento le marcó especialmente en esa época?

Cuando ganamos la copa Korac que significó la unión de tres generaciones de jugadores y fuimos todos a la plaça de la Vila de Badalona. Fue impresionante la emoción. Recuerdo que mi hermana me llamó y me dijo: “Te envidio porque vives experiencias que yo nunca podré vivir”.

Muy cierto para la mayoría…

Me di cuenta del privilegio que era poder sentir esa explosión de felicidad, pudiendo además hacer feliz a tanta gente. Vives experiencias extraordinarias que son difíciles de vivir en la vida corriente. Necesitas a alguien que te recuerde que esa no es la vida normal y que debes estar muy agradecido.

¿También se vive así desde la presidencia?

Como Presidente nunca tienes la alegría completa porque siempre tienes que valorar más condicionantes de los que no puedes desconectar. Tienes que ser anticíclico. No permitir que nadie se deje llevar por el éxito ni que se hunda en el fracaso. Hay que tener control emocional y transmitirlo. Trasmitir tranquilidad, pero ser anticíclico.

Recuerde cómo era aquel Joventut de su primer equipo ¿Qué destacaría desde un punto de vista humano?

Que todos salíamos de la cantera de la Penya. Es cierto que los jugadores cambiábamos para ir a un buen equipo y por dinero, pero la vinculación emocional era lo que definía al Joventut.

¿La amistad hace fuerte a un equipo?

No, no es la amistad lo que hace equipo. Con Zeljko Obradovic de entrenador ganamos la liga europea, y nos dijo “Tu amigo no es con el que vas de copas, es aquel que  te pone un buen bloqueo en la pistas aunque no te vayas de copas con él».

Pero has de entenderte bien con los jugadores.

Basta llevarse bien, pero no hace falta ser amigos. A veces, un exceso de amistad puede ser perjudicial. En un partido pasan muchas cosas, muy rápido y con mucha intensidad. A veces un exceso de amistad puede impedir la pelea y puede hacerte claudicar.

¿Recuerda algún conflicto que se produjera en el equipo?

Siempre surgen conflictos por la búsqueda de máximo rendimiento deportivo. En un equipo lo mejor es no hablar mucho y dar el mejor ejemplo.

¿Y cuál era su aportación al equipo?  

En el juego yo aportaba defensa, rebote y juego deportivo. Juego de equipo. Hay que ser generoso.

¿En qué ha cambiado la forma de relacionarse entre aquel equipo y los actuales?

El deporte ha cambiado. Antes estabas una media de siete años. Ahora la permanencia de los jugadores es realmente efímera. La agenda es más individual.

¿Y cómo se gestionan estas individualidades?

Hay que trabajar la implicación en el objetivo común. El equipo es un grupo pequeño, máximo veinte personas, y se deben generar buenas dinámicas: el entrenador y equipo, jugadores o técnicos, tienen la responsabilidad de motivar. Hay que expresar y compartir de manera sincera el éxito del equipo aunque también hay compañeros tóxicos.

Y al jugador tóxico ¿cómo se le gestiona?

Generalmente mal. La clave está en una buena preselección del personal que formará el equipo. Buscar no solo la élite. Los números no lo son todo. Hay que ver y valorar la persona y su trayectoria.

Cómo definiría su liderazgo como Presidente ¿es mejor haber sido antes jugador o no es importante?

Debo decir que la experiencia de ser jugador me ha dado la clave de la percepción de las cosas, de lo que ocurre. Hay que haberlo vivido. Es más difícil percibirlo desde una preparación simplemente académica.

Cuando aparece un problema, ¿impera el espíritu competitivo?

En cada partido tenemos un conflicto porque salimos a ganar. Este es un deporte de competición. Pero el éxito debe compartirse con el equipo sinceramente, hacerlos partícipes y responsables del éxito más allá de la alegría individual del momento.

 La Penya siempre ha sido un club que apuesta por el básquet de base y potencia el talento deportivo. ¿Cuál es la apuesta del Joventut en cuanto a valores personales se refiere?

Tenemos quinientos jugadores, niños  y niñas, algunos también con discapacidades. Aquí están todos. Una de las claves es disfrutar, conocer el deporte y que aprendan a competir entendiendo que la competición tiene que estar adaptada a la edad, estimulándolos a mejorar, a esforzarse, a aprender que en la vida no hay atajos. La competición colectiva te ayuda a encontrarte con los otros, a buscar un objetivo común.

Y aprender a ganar y también a perder.

Perder te da herramientas para relativizar el fracaso. Todas las personas que forman la Penya son importantes y deben ser conscientes que la pirámide de ascenso se va estrechando y que el máximo nivel no es para todos, pero que disfrutar el trayecto es lo importante.

Puede ser muy desalentador

Cuidamos mucho a los chavales. Se aprende también a gestionar la frustración y aceptar que la vida, a veces, no es justa. En este deporte los altos tenemos ventaja sobre los que no los son. Incluso jugando también está la frustración de no jugar, de que no cuenten contigo. Hay jugadores que se hacen entrenadores porque ya ven que no alcanzan el nivel para competición. Son aprendizajes.

¿Qué cualidades se han de tener, además de las estrictamente deportivas, para ser candidato a jugar en la Penya?

La voluntad y la ilusión, sobre todo cuando son pequeñitos. Y a medida que vamos subiendo de edad ya se impone el factor físico. Hay además un talento natural que es innato. El baloncesto es un juego muy rápido y tienes que tener capacidad de análisis espacial para saber dónde colocar el balón. Ahí trabajamos para descubrir talentos. Hay muchos intangibles, pero nos equivocamos poco.

¿Qué pasa cuando se equivocan con un jugador?

Es un trabajo de gestión previa. Primero hay que haber tratado a ese niño y educado en la gestión del trabajo, también a los padres, como punto de apoyo de estos niños. Es importante gestionar las expectativas. Hay que transmitir que en todo caso la experiencia va a ser chula, y que disfruten del proceso.

Qué difícil  es pasar de ser una promesa a que te descarten.

El subidón es grande y la frustración también. Trabajamos con material sensible. Son niños que están construyendo su personalidad. Por ello somos especialmente cuidadosos de transmitir, desde el principio, que disfruten de la experiencia y que a veces las circunstancias son las que deciden el ascenso al primer equipo. La parte alta de la pirámide es muy estrecha y caben pocos.

¿Y cómo es el primer equipo? ¿Qué diferencia hay entre un buen equipo y un gran equipo al margen de los éxitos y buenos resultados?

Existen dos cuestiones esenciales que lo definen. Una son las dinámicas, pues por ejemplo si el calendario de equipos a los que se enfrenta es favorable, el equipo gana confianza y eso influye en el rendimiento. La segunda es la búsqueda del objetivo común, haciendo conectar a la gente en la dinámica diaria.

Esta última dinámica pide inteligencia emocional y liderazgo.

Por supuesto, un liderazgo positivo mejora el rendimiento. Si juntas buenas personas la cosa funciona mejor. Si juntas a los que educaste con tus valores, no te van a destrozar y hay que cuidar el liderazgo natural.

¿Cómo definiría “el éxito” como presidente?

El éxito es que debute en el primer equipo un jugador de la cantera.

Es éste el auténtico espíritu de la Penya.

Así es, aquí damos oportunidades reales a los chavales. Para mí el éxito está en dejar el Club mejor de cómo lo encontré y sobretodo mantenerlo muy vivo. La sola supervivencia del modelo ya sería en sí mismo un éxito.

Recuerdo ahora algo que define muy bien el espíritu de la Penya. En el Mundial de baloncesto de este año, tres de sus grandes ex jugadores, cuando ganaron, se hicieron de forma natural y espontánea, una foto juntos y la compartieron en redes. Ese es el auténtico ADN de los jugadores que han pasado por la Penya.

¿Y su éxito privado?

Procurar hacer felices a los que me rodean y vivir plenamente  los momentos que me toca vivir.

Como Presidente del club, ¿qué habilidades o herramientas de liderazgo utiliza habitualmente para relacionarse, comunicarse y resolver problemas con el equipo, colaboradores u otras entidades deportivas?

Expresarme o comunicarme correctamente y ser capaz de ponerme en el lugar del otro, de empatizar. Tengo que conocer de alguna manera lo que estoy encargando y nunca dar nada por supuesto.

Ésto es inteligencia emocional…

Se trata de ser exigente y también amable. Debo saber asignarle la importancia correcta a cada cosa.

¿Conoce la mediación como vía de solucionar conflictos?

No mucho, aunque la gestión del conflicto es fundamental y forma parte de nuestra identidad. Recuerdo una escena de la película Matrix en la que el protagonista habla con el programador y le pregunta: .- “ Ya que es virtual, ¿por qué no has hecho un mundo en el que todos seamos felices?  “ y le responde .- “Porque el ser humano necesita el conflicto”.

Ésta es la realidad de la competición y de la vida. Hoy ganamos y mañana perdemos.

Nuestro eslogan es “El poder de las buenas relaciones”. ¿Qué le sugiere?

Mi padre me dijo una cosa que recuerdo especialmente: “tú eres grande y pocos se meterán contigo, pero si hay conflicto no pegues el primero, si hay que pegar, pega el último”.

Sabio consejo, pero en la competición profesional todos son altos

En el campo, cuando llega un actor joven, los veteranos marcan territorio y como novato tienes que marcar el tuyo. Se trata de respetar y hacer que te respeten. Aprendes que un buen acuerdo tiene que ser bueno para las dos partes.

Nada fácil en la tensión de un partido.

Hay que entender que hay un momento en que las emociones se pueden descontrolar y no se puede sacar de contexto. Hay que tener una visión más amplia del simple codazo. Por eso hay que tener cuidado con los clics de vídeo que se exhiben de los partidos porque no cuentan la historia completa.

Háblenos del socio del Joventut.

Es la base de “cemento” que sostiene al club de cuatro mil seguidores, indispensables, que no abandonan. El socio de la Penya es un socio del modelo de club. Premian mucho la implicación con el proyecto.

¿Cómo se motiva al equipo cuando las cosas no van bien y los resultados en contra?

Cuando las cosas no van bien hay que ser anti cíclico. Toca a todos dar un poco más y dejar atrás la agenda individual mientras la colectiva no esté encauzada. No perder la fe en lo que se está haciendo. Lo complejo es que es público.

Una meta o deseo para el equipo en esta nueva temporada. ¿Qué cree que hay que aportar para conseguirlo?   

Deseo que el equipo quede lo más arriba posible. Para conseguirlo hay que incidir en lo que entendemos como éxito del equipo para llegar a nuestro objetivo: ser más sólidos y más productivos.

Dígame cuál es su secreto para llegar desde la cantera hasta la presidencia.

“Que la inspiración me pille trabajando” como decía Picasso, porque no entiendo otra cosa que no sea el trabajo, esfuerzo y picar piedra.  Te permites un minuto de desánimo y a seguir adelante.

De cerca, ¿con quién le gusta estar?

Por su puesto con la familia y los amigos. Me gusta especialmente estar con gente que intelectualmente me aporten algo, que me pongan a prueba, que supongan un reto.

Es un competidor nato…

No me tenía por tal, pero lo cierto es que me gustan los retos. En el reto vuelves a ser un junior y sientes angustia, pero luego creces….

¿A quién le gusta tener lejos?

A la gente dogmática, me asustan. Las cosas no solo son o deben ser de una manera.  Hay muchas.

¿Y cuál es su “manera”?

Cada vez me reconozco más en la persona que era mi padre. Me gustan las personas, no por un aspecto concreto, sino por los diversos aspectos que la conforman.

¿Cómo le gustaría que le recordaran?

Me gusta que la gente piense en mí como un jugador de equipo, y me gustaría que me recordaran como alguien que supo preservar y mejorar el legado de la Penya.

¿Y su inspiración para preservar y mejorar este legado?  

El trabajo, no conozco otra.

“Cuanto más trabajo, más suerte tengo”

 

 

Carmen Gil & Eugenia Pons